“Nicolás Justicia ha hecho que volviera a las canchas como entrenador 17 años después de retirarme. Ahora pienso seguir hasta que el cuerpo aguante”
“Mi interés es que los jugadores y jugadoras aprendan mucho y, además, que disfruten, que se lo pasen bien”
Siete Ligas, 4 Copas de Europa y otras tantas Copas del Rey, en siete temporadas como jugador del Real Madrid, le contemplan. Como entrenador sumó 10 Ligas (8 con el Real Madrid y dos con el Joventut) 2 Copas de Europa, 2 Recopas, 1 Korac y 4 Copas Intercontinentales en 18 años en los banquillos de clubes. Fue seleccionador español entre 1993 y 2001 y ganó la medalla de oro en el Eurobasket de 1999 en Francia. Nadie acapara tantos títulos como él en el baloncesto español, y tras volver a las canchas en el Campus Jofresa en Logroño, se dispone a afrontar otra nueva etapa en el Master´s Class del Nicolás Justicia´s Team
Pregunta: ¿Cuánto tiempo hacía que no habías pisabas una cancha como entrenador?
Lolo Sainz: Pues, déjame que piense… después de casi 17 años. He estado en canchas dando alguna charla, pero entrenar como lo hice en Logroño, pues eso, la friolera de 17 años.
P: ¿Y qué sensaciones has tenido?
LS: Tenía cierto temor porque no sabía cómo me iba a encontrar, pero por parte tenía el gusanillo de volver a entrenar y transmitir cosas a los chavales, y no puedo estar más satisfecho del paso dado porque me ha encantado la experiencia. Ha sido magnífica desde todo punto. La definición de cómo lo he pasado se resumiría en lo que le dije a los chavales el último día que trabajé con ellos: Les di las gracias porque ellos fueron los causantes de que me haya vuelto a encontrar con mi personaje de entrenador.
P: ¿Cómo fue que te volvieras a reenganchar?
LS: Porque Nicolás Justicia es un liante. (Risas). Un liante maravilloso. Llamé para inscribir en el Campus Jofresa a un nieto y me convenció de tal manera que aunque no durante muchos días, sí que estuve en los tres turnos disfrutando y respirando baloncesto a cada instante.
P: ¿Y vas a seguir, ya no lo vas a abandonar?
LS: Seguiré todo lo que me aguante el cuerpo. No lo voy a abandonar porque ha sido una experiencia muy bonita y merece la pena insistir en ella. El tiempo que he estado en el Campus me he entregado como se han entregado ellos, que se multiplican por 100, así que hasta el día que el cuerpo me diga, “pero dónde vas chaval”, seguiré.
P: Además no vas a tener que esperar hasta el verano porque semana a semana durante la temporada vas a formar parte de plantel de entrenadores del nuevo proyecto de Nicolás, el Master´s Class que se llevará a cabo cada domingo en Madrid.
LS: Me lo planteó Nicolás y le dije que sí, porque me apetece mucho seguir explicándoles a los chicos y chicas el baloncesto que yo siento. Quizá haya algún domingo que no pueda ir por viaje, pero si me he implicado es este proyecto tan novedoso e interesante es para cumplir.
P: Para mí, que en los sucesivos Cursos de Entrenadores te tuve como profesor, será un placer y un honor asistir a los entrenamientos, ya que como periodista no me dejabas verlos… Yo aún sigo enseñando el contraataque como me lo explicaste tú.
LS: Es que siempre he sido un amante del contraataque; he jugado muchos años, he jugado de base y era el alma de lo que podía ser el contraataque, que nacía de mis manos; y luego como entrenador lo seguí aplicando porque siempre lo consideré como un elemento fundamental del juego de ataque. Mi filosofía del juego es que los jugadores lo disfruten y que también lo hagan los aficionados y nada como un trepidante contraataque para ello.
P: ¿En qué faceta del juego insistirías tú ahora con los jóvenes?
LS: Hay que trabajar todo. Yo no sé si hoy los chicos y chicas trabajan o no mucho los fundamentos, pero todos son muy importante, tanto de ataque como de defensa y siempre dándole un porcentaje igualitario. Yo, con el nieto que estuvo en el Campus, había insistido mucho en la importancia de la defensa, pero luego resulta que había que darle casi una colleja para que mirara el aro; en ese aspecto le habrá venido muy bien el trabajo del verano en Logroño. Lo que sí insisto mucho es en la creatividad ofensiva, que no sean robots, y que creen a partir de las ventajas que puedan tener sobre el defensor.
P: Si de todos los jugadores que has tenido a tus órdenes tuvieras que elegir, en todas las facetas del juego, a los mejores, ¿a quiénes significarías? Empecemos por los destacados en el bote, en el manejo de balón.
LS: El fundamento que Nicolás entrenaba a las 7 de la mañana… (Risas). He tenido tan buenos bases… Aunque al principio, cuando le fichamos del San Viator, jugaba de escolta y le costaba botar, Juan Antonio Corbalán fue un magnífico dominador de balón, y por supuesto Carmelo Cabrera, para quien el balón era una extensión de su mano, y Rafa Jofresa. Sin ser bases puros, Iturriaga dominaba muy bien el bote. Y, claro, Drazen Petrovic, que era un genio con el balón en las manos. Pero yo intentaba que no solo los exteriores dominaran el balón, sino que también trabajaba el bote con los interiores porque es muy importante que pueda desbordar a si defensor botando; a mí ahora me sorprende muy gratamente el manejo que tiene del balón Pierre Oriola.
P: Vamos con los pasadores.
LS: El arte de pasar es fundamental en el baloncesto. Yo destacaría a uno sobre todos, que era Mirza Delibasic; era un maestro pasando porque tenía una perfecta visión del juego. Yo insisto muchísimo, y hacía muchos ejercicios, para que mis hombres altos se convirtieran en buenos pasadores. Porque una vez que el balón está en el perímetro, si eres un buen pasador armas la de San Quintín. Yo no entrené a Sabonis, pero era un pasador magnífico, y en la selección tuve a un muy buen pasador grande, a Roberto Dueñas, que era muy intuitivo pasando.
P: Llega la hora de los tiradores, de los finalizadores
LS: Los he tenido de toda gama. En el contraataque del que hablábamos los jugadores tenían mi permiso para pararse y desde siete metros, tirar. Siempre he potenciado a los tiradores y he tenido muchos y muy buenos, una locura: Wayne Brabender, Walter Szczerbiak, Rafa Jofresa… y otra vez Petrovic, que finalizaba como nadie, de cerca, de lejos, parándose en contraataque como te decía… Y de nuevo los hombres altos; me gusta mucho que tiren, pero no ya de lejos, faceta en la que destacaba Rafa Rullán, sino en un tiro de dos metros, que yo llamo el “tiro del miedo”; parece fácil pero es dificilísimo porque crea muchas dudas, “¿dónde tiro, al tablero o al aro?” Ahí era magnífico Corny Thompson y, en su última etapa, Fernando Martín.
P: Otra faceta fundamental, los rebotes.
LS: He tenido reboteadores muy importantes sin que fueran muy altos. Szczerbiak era muy bueno reboteando en ataque, como Felipe Reyes o su hermano Alfonso. Estos eran los intuitivos; luego vienen los que reboteaban con todo, a lo bestia, y ahí Fernando Martín era único, también Romay o Andrés Jiménez.
P: Hace poco se ha retirado, o le han retirado, un hombre al que tú hiciste debutar en los Juegos Olímpicos de Sydney, en 2000, Juan Carlos Navarro. ¿Qué nos puedes decir de él?
LS: Soy un admirador total de Navarro, hasta el punto de que lo he aplaudido estando en el Real Madrid y hasta quise ficharlo cuando ocupé la dirección técnica. Tiene tantas condiciones, tantas, que es imposible elegir una como la mejor. Competitivo al máximo porque siempre asumía responsabilidades y eso ya le hacía ser diferente. Es muy trabajador; el no tiene un cuerpo de esos que se ven ahora y sin embargo se aplicaba mucho en defensa y sin ser un magnífico defensor, trabajaba mucho y utilizaba muy bien las manos. Se ha retirado uno de los mejores jugadores que ha habido.
P: Navarro nos devuelve al presente. ¿Qué quieres transmitir en esta nueva etapa como entrenador-profesor en el Master Class?
LS: La idea es magnífica y por encima de todo quisiera trasladarles que el baloncesto requiere de un gran compromiso colectivo con los demás compañeros, y transmitirles la idea de que deben disfrutar de lo que están haciendo, que disipen sus miedos y que gocen de todo lo que te puede dar este maravilloso deporte del baloncesto. Me encantaría que acabasen estas jornadas muy cansados por el trabajo pero felices, con una enorme sonrisa porque se lo hayan pasado fenomenal.